Salve, amada
Señora, Reina de los Cielos,
poderosa y benigna
abogada nuestra
que nos das los
medios para llegar a Dios
y eres nuestra antorcha, guía y consuelo,
nuestra bendita madre y estrella luminosa,
no te olvides de
las tristezas de la tierra
y envíanos desde lo Alto tus divinas luces,
derrama sobre nosotros alegría y remedio.